miércoles, 25 de julio de 2012

Merienda improvisada

Nada poético eso de acabar cenando un bocata en un merendero, pero sumamente poético si te centras en la esencia.
Mas de 5000 kilómetros, en ese país, ese país que desconociendo el motivo te llena, te hace sentir que están contigo todas las partes de ti, aunque estando allí sientas que te falta alguna, merece la pena. Ese lugar del que tienes que volver y no quieres. Y de repente un castillo, unas escaleras, fuegos artificiales. Una fuente. Sitio secreto, escondido. Que mira justo al oeste. Por ahí se pone el sol. Veremos la puesta de sol con el bocata. Sangría. Todas las tonalidades de cielo, todas preciosas. Estremecimiento. Increíble que exista algo tan perfecto, ¿Donde nos deja a nosotros semejante perfección?. No deberíamos buscarla, viendo eso queda claro que somos lo mas feo del universo, lo mas insignificante. Sin embargo eso hace que sientas que acabas de vivir uno de los momentos mas importantes en la historia. Que te sientas parte del sol y del mundo, dichosa por poder contemplar algo así, y probablemente ilusa al pensar que tal vez y solo tal vez una mínima parte de la hermosura y genialidad del momento pueda habérsete pegado al compartir ese instante con el mismísimo sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario