lunes, 1 de octubre de 2012

El origen de la felicidad

Sé que basar parte de mi felicidad en lo material está fatal.
Pero no os podéis imaginar la sensación que produce quitarle la etiqueta a algo nuevo. Ya sea una blusa, un bolso, o un pañuelo. Quitas la etiqueta, te lo pones, y es como si ese día el mundo fue tuyo. Sales a comerte el mundo, porque con eso nuevo puedes, porque te hace sentir segura. Vas orgullosa con lo que sea que estrenas. Si no es felicidad lo que sientes al ponértelo, al menos, se acerca mucho. Podeís pensar que estoy loca, y no os lo voy a negar. Me encanta tener cosas nuevas. Y poder ponérmelas.
No os voy a negar, y espero no ser la única que hace esto, que también me compro pequeños retos, pequeñas cosas que no estreno, que en realidad no puedo estrenar. Infinitos ejemplos de pequeños retos que no son más que eso, pequeños. Unos pantalones en los que probablemente nunca vaya a entrar. Una blusa que probablemente siempre me vaya a quedar más estrecha de lo que debería. Recordandome en el armario que el día que consiga estrenarlo no solo sentiré la felicidad propia de estrenar, si no también la felicidad que supondria conseguir estrenar "mis pequeños retos". Si, no solo me recuerdan, tambien, y aunque sutilmente me engañan, y me torturan. Pero no pasa nada, al fin y al cabo ya tengo algo más que estrenar. Hola vestido, blusa, bailarinas, bolso, peto y camisa. Bienvenidas. Empiezo a preocuparme, no se que parte de todo esto es enfermizo, pero supongo, que por muy enfermizo que sea, todo lo enfermizo en sí es mucho menos enfermizo con ropa nueva. Y no da la felicidad, lo sé. Esa hay que buscarla. Pero oye, ¿no será mejor ir bien vestida y mona cuando la encuentre? Y una vez encontrada... Ya sabéis lo que dicen... "You are never fully dressed without a smile". Yo voy haciendo el fondo de armario... El resto quiero pensar que está por llegar.

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