Y quedarnos en el descansillo a esperar.
Saboreando cada segundo juntos. Cada segundo que al final, por unas cosas o por otras, nunca llegó a llegar. Saboreando cada no segundo juntos. Cada uno en un momento diferente, en el descansillo, esperando, mientras sólo uno de nosotros habrá no-saboreado cada segundo desde entonces sabiendo que lo hizo mal. El tiempo dirá a quien amargan las flores que, en esta escalera, por mucho que se las riegue o les de el sol, se empeñan en no florecer.
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