¿Qué guay todo, verdad? Pensaréis que ya era hora de que fuese capaz o me permitiese expresar mis sentimientos. Pues sólo puedo deciros: la primera y última vez.
Hacía tiempo que no me sentía tan sumamente estúpida (a pesar de que es un sentimiento que vive casi continuamente en mi). Pues tenéis que saber que todo es guay y es genial hasta que tras dos días de fuerza de voluntad eres capaz de decir eso, y ¿qué obtienes? Nada. Un simple "Good night. Besos".
¿Qué se supone que hay que hacer ante eso? Llorar. Dormirte llorando. Levantarte de mal humor. Ir a clase y darte de boca con todo aquello que ya habías dejado atrás. Llorar más. La inseguridad. El sentimiento de inferioridad. El sentimiento de está claro que soy lo que hay, pero obviamente ella es quién verdaderamente le gusta. Y lo sé. Al menos en ese momento estoy segura de que es así. Todo esto yo lo había dejado atrás. Había avanzado. Sabía que era yo. Me había dado cuenta que no se trataba de ella, sino de mi buscando cualquier escusa para auto-compadecerme. ¿Por qué todo eso tuvo que volver? Respuesta sencilla: Fui totalmente sincera.
Ahora me toca esperar. Todos esos fantasmas han vuelto, sí, pero en su momento deseché todo eso por inválido, porque no era cierto. Y sigue sin serlo. Al menos eso espero.
Como todo, esta historia tiene algo de lo que he aprendido. Soy incapaz de enfadarme por eso, lo que empieza a implicar algo que me gusta y disgusta a la vez. Un punto débil. Un algo que me acabará doliendo. As always.
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